La alquimia del agua: Cómo su calidad cambia tu café Don Justo

Abr 1, 2025

Piensa en tu última taza de café. ¿Qué recuerdas? Tal vez el aroma que llenó la cocina, o ese primer sorbo que te despertó el alma. Ahora imagina que detrás de ese momento hay un ingrediente silencioso, uno que rara vez notamos pero que lo cambia todo: el agua. Sí, el agua que usas para preparar tu café no es solo un medio; es parte de la magia, una alquimia que puede elevar o apagar los sabores de esos granos que vienen de las tierras de Veracruz. Vamos a explorar cómo la calidad del agua transforma tu café —quizá uno tan especial como los de Don Justo— y cómo un pequeño ajuste puede hacer que cada taza brille.

El agua: el lienzo invisible

El café es, en esencia, un 98% agua. Eso significa que lo que sale de tu jarra o tu grifo tiene un papel enorme en lo que terminas bebiendo. Un café de Coatepec, con sus notas dulces o su intensidad terrosa, depende de ese líquido para contar su historia. Pero no todas las aguas son iguales. ¿Alguna vez has notado que el mismo café sabe diferente en casa de un amigo o en un viaje? No es casualidad; es química.

Según un estudio de Food Chemistry (2016), el agua influye en la extracción de los compuestos del café —ácidos, azúcares, aceites— que dan sabor y aroma. Si el agua es demasiado dura, llena de minerales como calcio o magnesio, puede saturar el paladar y opacar las notas sutiles. Si es demasiado blanda, casi pura, podría dejar el café plano, sin vida. El truco está en encontrar un equilibrio, un punto medio que deje que el café de Veracruz despliegue todo su carácter.

Dura, blanda o mineral: ¿qué estás usando?

Primero, hagamos un chequeo. ¿De dónde viene el agua que usas? Si es del grifo y vives en una zona con agua dura —como muchas ciudades con tuberías antiguas—, podrías estar apagando los sabores de tu taza sin darte cuenta. El exceso de minerales se aferra a los compuestos del café, dejando una sensación pesada o incluso un regusto metálico. Por otro lado, si usas agua destilada, tan pura que no tiene nada, el café puede saber débil, como si le faltara alma.

El agua mineral embotellada suele ser una opción interesante. Tiene minerales, pero en cantidades moderadas, lo que la hace ideal para resaltar las notas de un café de Coatepec —quizá ese toque de chocolate o caramelo que tanto amas—. Un artículo de The Journal of Sensory Studies (2018) encontró que aguas con un contenido mineral balanceado (entre 50 y 150 mg/L de sólidos disueltos) potencian la claridad y el cuerpo del café. Prueba con una botella de agua mineral la próxima vez y nota la diferencia: es como darle a tus granos una voz más clara.

Temperatura: el calor que despierta

No solo se trata de qué agua usas, sino de cómo la usas. La temperatura es otra pieza de esta alquimia. Si hierves el agua hasta que burbujee como loco y la viertes de inmediato, podrías quemar el café, apagando sus sabores más delicados. Si está demasiado fría, no extraerás todo lo que los granos tienen para dar. Los expertos sugieren un rango de 90 a 96 °C —justo antes de que hierva del todo—. Es un punto dulce que despierta las notas de un café de Veracruz sin ahogarlas.

¿No tienes termómetro? No pasa nada. Hierve el agua y déjala reposar unos 30 segundos antes de usarla. Así le das a granos como los de Don Justo la oportunidad de brillar, ya sea en una prensa francesa o un filtro. Según Scientific American (2019), este pequeño ajuste puede marcar la diferencia entre una taza plana y una que te hace cerrar los ojos de puro placer.

Un experimento para ti

¿Quieres verlo por ti mismo? Haz un experimento sencillo. Toma un café de calidad —uno que huela a las tierras de Coatepec— y prepáralo tres veces: una con agua del grifo, otra con agua filtrada (como la de una jarra casera) y otra con agua mineral. Usa el mismo método, la misma cantidad de café, la misma temperatura. Luego, prueba cada una. ¿Notas cómo cambian las texturas, cómo algunas resaltan la dulzura y otras la intensidad? Es como si el agua fuera una varita mágica, revelando capas que no sabías que estaban ahí.

Un reporte de Water Research (2020) confirma que estas variaciones no son imaginación: la composición del agua altera la percepción sensorial del sabor. No necesitas ser un científico; solo hace falta curiosidad y una taza en la mano. Ese café de Veracruz que tanto quieres podría estar esperando el agua perfecta para mostrarte su mejor versión.

Una taza más viva

Entonces, la próxima vez que prepares tu café, piensa en el agua como un ingrediente, no como un simple paso. Unos granos de Don Justo, con su herencia veracruzana, merecen que les des lo mejor. Filtra el agua si es dura, prueba una mineral si quieres un cambio, caliéntala con cariño. Es un gesto pequeño, pero transforma todo: el aroma que sube, el sorbo que te abraza, el día que empieza.

El café no es solo granos; es agua, calor y un poco de ti. Cuando encuentras el equilibrio, cada taza se siente viva, como un secreto que las tierras de Coatepec guardaron para ti. ¿Qué agua vas a elegir hoy? Tu café está listo para sorprenderte.

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